Número de edición: 84
Editorial Mayo

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Editorial

LUIS HERNAN GAMBA

Economía y Ciencia política 

Finanzas Corporativas y personales

Mercado de capitales

Análisis Coyuntura

Docencia

El manejo económico de un país como el nuestro está cimentado en dos pilares fundamentales, el fiscal y el monetario, el primero gestionado por la autoridad económica del país, el ministerio de hacienda; y el segundo, por el banco central en cabeza de la junta directiva del Banco de la República. Ambas políticas coordinadas buscan el equilibrio macroeconómico y la toma de las mejores decisiones orientadas hacia los objetivos desde este punto de vista.

Sin duda el mundo está transitando por unos momentos difíciles para lograr dicho equilibrio, dados los eventos vividos en los últimos años; el cisne negro pandemia, el conflicto en Europa del este y medio oriente, la inestabilidad de los precios de las materias primas adyacente a los conflictos, la inflación y su remedio; altas tasas de interés frente a desaceleraciones o recesiones económicas y recientemente, la tormenta comercial provocada por el gobierno americano, son circunstancias que han dificultado tanto el manejo fiscal como el monetario en las diferentes economías. En el tema fiscal, el alto y creciente endeudamiento de los diferentes gobiernos; y en el ámbito monetario, la difícil decisión de los bancos centrales en movimientos de tasa de interés frente a la disyuntiva entre controlar inflación sin caer en recesión.

La separación entre quienes toman decisiones de política fiscal y quienes toman las correspondientes a política monetaria genera, de un lado controversia y enfrentamientos, pero de otro es lo que garantiza la consecución de ese objetivo; el equilibrio macroeconómico.

Nuestro país, tradicionalmente ha logrado en términos generales prácticamente en lo corrido de este siglo lo que se denomina un manejo macro prudencial, logrando el equilibrio macroeconómico deseado, que se ha reflejado de un lado en una disciplina fiscal y de otro en el control de la inflación en el largo plazo.

En el tema fiscal, en lo que se refiere al componente deuda, Colombia siempre ha sido vista por los mercados internos y externos como un excelente deudor, honrando siempre los compromisos adquiridos ante los inversionistas y el mercado en general por un manejo ordenado, metódico y pragmático sobre todo del endeudamiento del gobierno central, a pesar de las coyunturas tanto internas como externas en el ambiente económico. En el tema monetario, la junta directiva del Banco de la República ha hecho la tarea juiciosamente siempre.

Es indudable que estamos pasando como país un momento coyuntural, de un lado la incidencia por los momentos en el mundo mencionados anteriormente y de otro por tener un gobierno calificado en el espectro político como de izquierda por primera vez en la historia, lo que per se no puede ser visto como bueno ni malo hasta que trascurra el tiempo.

En lo que se refiere específicamente al endeudamiento, como uno de los mecanismos mediante el cual a través de obtener recursos en el mercado interno (ahorro nacional) o en el mercado externo (ahorro del mundo) se logra el equilibrio en las finanzas públicas, recursos que tiene un costo reflejado en una tasa de interés pagada, que a su vez refleja el riesgo como emisor de Colombia, es de suma importancia el pragmatismo y la disciplina como se debe conducir; es decir, un equilibrio entre el deber ser y lo que se quiere hacer, máxime en una economía como la nuestra aún de bajos ingresos.

En lo corrido de estos años de gobierno, el comportamiento de los títulos de deuda pública ha tenido tres etapas: la primera; una angustia del mercado por el nuevo gobierno, la cual se tradujo en una mayor tasa de interés en los títulos, es decir una percepción de riesgo por parte de los inversionistas mayor durante el primer año de gobierno, tocando techo a mediados de otubre de 2022, en donde la tasa del bono de 10 años se demandaba a una tasa cercana al 15%, frente a un 8.5% a principios de ese mismo año, una segunda; de relativa estabilidad, desde mediados de 2023 hasta septiembre 2024 en la cual este bono indicativo navegó en una media del 10%,  y una tercera; la actual, en donde se ve una tendencia al alza sostenida llegando hoy a niveles cercanos a 12.2%.

Si observamos la gráfica del bono 10 años Colombia, se destaca no solamente la fuerte volatilidad o variabilidad de la tasa en el tiempo, sino una marcada tendencia en los últimos seis meses, que desde el punto vista técnico podría buscar llegar a los niveles cercanos al máximo observado en octubre de 2022.

En una visión de la curva de rendimientos que muestra la relación entre la tasa de interés de mercado y el plazo de vencimiento de los diferentes títulos en pesos de la deuda pública colombiana, se detalla cómo se ha desplazado hacia arriba -aumento de tasa- (línea azul vs línea roja), especialmente en los títulos de más plazo al vencimiento, en el periodo entre abril de 2022 y mayo de 2025. Esto significa que los títulos de deuda pública en pesos del gobierno colombiano hoy se negocian a una tasa más alta (aprox. 2%) que hace 3 años; es decir, nos ha costado más conseguir los recursos necesarios para equilibrar las finanzas públicas.

¿Cuál es la razón de este aumento?, como el mercado de deuda pública es un juego de oferta y demanda, si aumenta la necesidad de recursos, aumenta la demanda y el costo reflejado en una tasa de interés mayor, pero también puede aumentar este costo por el riesgo que significa Colombia, el riesgo que percibe el inversionista ante la capacidad de honrar los compromisos del gobierno colombiano a futuro, medido a través del mercado de CDS (Credit Default Swap).

Estamos transitando en una línea muy delgada, en la cual hoy los inversionistas siguen creyendo en Colombia pero exigen una tasa más alta, el cupón de un título a 4 años en la última subasta fue de 11%, y de 15 años 12.75%, aunque la adjudicación de los títulos fue un poco menor en términos de tasa al inversionista, estamos hablando de cupones o pagos de interés anuales que debe pagar el gobierno colombiano durante 4 y 15 años, frente a cupones de cercanos a 8% hace 3 años, un 30% más de costo, en un escenario de tasa de interés expansiva es decir a la baja en Colombia y en el mundo.

Se menciona mucho la crisis de deuda de los gobiernos en general, caso Estados Unidos cuya proporción de deuda es de 120% del PIB, la nuestra es de 60% del PIB; sin embargo, la fortaleza y la inercia de una economía como la americana, la más grande del mundo (USD30T) que se fondea con el ahorro global y es cero riesgo, frente a una economía como la nuestra emergente (USD0.4T) y una calificación de riesgo en el límite entre grado de inversión y grado de especulación.

Para los años venideros estamos ante dos escenarios nada halagadores; el primero, si en lo que queda del gobierno y el que continua se sigue en este ritmo de endeudamiento y pobres crecimientos de la economía podemos entrar en un terreno nunca antes visto en la historia económica de Colombia, entrar en la probabilidad de default o impago de deuda como se ha visto en algunos países de América latina, lo que implica mayores complicaciones de financiamiento en los mercados mundiales y deterioro del valor en el ahorro nacional que administran los fondos de inversión pensionales y de ahorro y los efectos macroeconómicos que esto arrastra, inflación, altas tasas de interés y devaluación de la moneda; el segundo, que el próximo gobierno tome conciencia de la situación y haga los ajustes de choque necesarios en el equilibrio fiscal para recuperar la confianza de los inversionistas y disminuir el costo, ajustes dolorosos que implican reducir el gasto público, en tamaño del estado y gastos improductivos, gasto o inversión que debe ser compensada por el sector privado si se quiere mantener un crecimiento económico de mediano plazo aceptable. Camino nada fácil.